Este mismo día, pero hace cuatro años, en San Rafael y en el resto del país se vivía el segundo día de la cuarentena decretada por Alberto Fernández. Oficialmente denominada "Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio", cuya sigla era ASPO, llegó casi repentinamente luego de los primeros casos del país detectados en Buenos Aires, y al principio era sumamente restrictiva.
El entonces presidente mandó a encerrar a la mayoría de la población y se permitía actividades esenciales y en ciertos horarios. Solamente tenían permitido salir los que iban a trabajar en esas actividades y para ir a comprar alimentos o remedios a los locales más cercanos a su casa.
La Policía provincial estableció puestos en ciertos puntos de la ciudad para controlar que se cumpliera quien podía circular y quien no. Sus colegas de la Federal en los primeros días circulaban por los barrios exhortando a través de los parlantes de los móviles a que la gente se quede en su casa.
En las primeras semanas los supermercados mayoristas, minoristas y comercios de proximidad solamente podían atender de 10 y 18 horas. Había que comprar los alimentos y demás productos del hogar en ese horario.
Prácticamente había una especie de "toque de queda" después de las 18. Decían que el objetivo de estas restricciones horarias era para evitar que haya gente deambulando por la calle, ya que argumentaban que había personas que usaban la excusa de salir a comprar comida para hacer otras cosas. Con el paso de las semanas, el horario límite se fue extendiendo.
Los deliverys, que tomaron un gran protagonismo, podían circular al inicio de 10 a 23. Los negocios que elaboraban comida también se volvieron super esenciales. Solamente atendían las 24 horas las farmacias y estaciones de servicio
¿Exageraciones?
Con la perspectiva que da el tiempo, hay medidas que ahora son vistas de otra manera. Los juegos de plazas y otros espacios públicos fueron encintados con plásticos para evitar que sean utilizados durante la cuarentena obligatoria.
La Policía Federal visitaba las viviendas de personas llegadas del exterior para verificar que cumplieran con la cuarentena domiciliaria de 14 días.
Luego se dispuso que toda persona que ingresara a la provincia de otra parte del país debía estar dos semanas aislados en un cuarto de alguno de los hoteles contratados por el gobierno mendocino.
Por esta medida se dio una situación bizarra en julio de 2020. Un joven de 21 años que estaba en cuarentena en el hotel Milenium, desesperado por el aislamiento, se descolgó desde una ventana con una especie de soga armada con sábanas y frazadas y se escapó. La Policía estuvo buscándolo como un delincuente por toda la ciudad hasta que dos días después se entregó en el destacamento de Cuadro Nacional.
Aunque ahora sea visto como una situación insólita, había mucha paranoia y la gente en ese momento pedía su captura inmediata por el miedo a que introdujera el virus, ya que el departamento todavía estaba libre del Covid-19. Meses antes se había registrado un caso supuestamente positivo, pero siempre quedó en duda.
El encierro a Jaime Prats
Ese caso dudoso se presentó en Jaime Prats a inicios de abril, a escasas tres semanas del inicio de la cuarentena estricta.
Un hombre de 74 años que tenía un quiosco y que padecía cáncer de pulmón y EPOC (Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica) fue dado como positivo de coronavirus en el hospital de Alvear. Era tal el temor, que el Municipio "cerró" el pueblo el 11 de ese mes, 56 personas fueron puestos en cuarentena y a 14 familiares se les tomaron muestras que posteriormente resultaron negativas de coronavirus.
Se le detectó el 9 de abril y falleció el día 15, pero siempre quedó la duda de que realmente haya tenido Covid-19, algo que siempre sostuvo su familia, porque nadie más se contagió y el siguiente caso positivo en San Rafael recién apareció a mediados de agosto, lo que marcó el inicio del primer brote local.
Los meses previos a ese brote fueron de mucha paranoia y la gente y los medios de comunicación estaban atentos a cada caso sospechoso, hasta que todos nos fuimos acostumbrando a convivir con el virus y a las restricciones, que se fueron flexibilizando con el paso de los meses.