Mientras que son muy conocidos los efectos del consumo de tabaco en el sistema cardiovascular y respiratorio, así como en la aparición del cáncer, es mucho menos difundido que este hábito daña la estructura ósea. Una pista ya se había tenido en cuenta: el cigarrillo, y la pipa también, afectan los dientes. Sin embargo, en el hueso es donde se produce el mayor efecto nocivo.
Según la Academia Americana de Cirujanos Ortopédicos, el tabaquismo aumenta el riesgo de tener osteoporosis, una condición que debilita los huesos y causa fracturas. Las personas mayores que fuman tienen entre un 30 y 40 % más de probabilidades de fracturarse la cadera que las personas mayores no fumadoras.
El tabaquismo debilita los huesos de muchas maneras; por ejemplo:
Reduce el suministro de sangre no solo a los huesos, sino también a muchos otros tejidos del cuerpo.
La nicotina de los cigarrillos ralentiza la producción de células que forman los huesos (osteoblastos), de modo que estas fabrican menos material óseo.
El tabaquismo disminuye la absorción del calcio de los alimentos. El calcio es necesario para la mineralización de los huesos y, con menos minerales, los huesos de los fumadores se vuelven frágiles (osteoporosis).
El tabaquismo pareciera descomponer el estrógeno del cuerpo con más rapidez. El estrógeno es importante para desarrollar y mantener un esqueleto fuerte tanto en mujeres como en hombres.
Las fracturas tardan más tiempo en consolidarse en los fumadores por los efectos perjudiciales de la nicotina en la producción de las células que forman los huesos.
Los fumadores tienen un mayor índice de complicaciones después de una cirugía que los no fumadores, como infecciones y deficiencia en la cicatrización de heridas, y los desenlaces clínicos son menos satisfactorios. Esto se asocia a la disminución del suministro de sangre a los tejidos.
Una investigación que lo confirma
Según se detalla en una investigación arqueológica, cuyo objetivo era profundizar sobre el consumo de tabaco a través de la historia, el tabaco deja marcas en los huesos de los fumadores que persisten no solo a lo largo de su vida, sino durante siglos después de su fallecimiento. Investigadores de la Universidad de Leicester analizaron restos humanos enterrados en Gran Bretaña entre los siglos XII y XIX y revelaron cómo el tabaco afecta profundamente los huesos y se asocia con un mayor riesgo de fracturas y otras afecciones óseas.
En el estudio, se destaca cómo la introducción del tabaco en Europa Occidental hace aproximadamente 500 años generó cambios notables en la estructura ósea humana. Tradicionalmente, los arqueólogos se basaban en pruebas dentales para identificar a fumadores, a partir de manchas o desgaste por el uso de pipas.
El equipo de investigación de la Universidad de Leicester examinó 323 huesos corticales, la capa exterior densa y resistente de los huesos, pertenecientes tanto a fumadores conocidos como a aquellos no identificados. A través de espectroscopia de masas, identificaron 45 diferencias moleculares que separaban claramente los huesos de los fumadores de los de los no fumadores.
En el estudio, publicado en Science Advances, se afirma: "El consumo de tabaco deja una huella en los huesos humanos lo suficientemente clara como para identificar su uso, incluso en personas de las que no se tenía información previa. Los restos óseos antiguos pueden ofrecer evidencia directa para estudiar problemas de salud en el pasado, incluidas enfermedades relacionadas con el consumo de tabaco".
La doctora Sarah Inskip, coautora del estudio, señaló: "En nuestra investigación, se revelan diferencias significativas en los huesos de las personas que consumían tabaco y aquellas que no. Por lo tanto, demostramos que el tabaco afecta la estructura de nuestros huesos".