Ser agradecidos en bendecir las situaciones que vivimos, los amigos que encontramos, el amor que atesoramos, la familia que nos cobija, el dolor que nos enseña, las cosas que tenemos. Ser agradecidos es lo que nos hace falta en estos días.
No miremos más allá de las narices, (o sí, un poco) porque una de las claves para vivir la gratitud es hacerlo a conciencia. Es comprender que "ver" es algo personal e intransferible. Que se elige cuando reconocemos que, pese a todo, estamos vivos. Que podemos echar un vistazo a las noticias para bendecir la realidad que nos rodea. Qué siempre hay oportunidades y que se agigantan cuando las reconocemos de antemano.
Intentemos agradecer que aún en la inseguridad estamos seguros. Que aún en la necesidad tenemos oportunidades. Que aún sin tener nada seguimos teniendo el día por delante, un niño por el que luchar y un deseo para seguir.
Recordar es comenzar el balance positivo. Es no permitir que se nos vaya la vida en el reclamo. Es no ser avaros con nosotros mismos. Es aceptar que aún en la dificultad el agradecimiento es una manera de salir a flote.
Nos hicieron creer que es la felicidad la que nos hace agradecer, pero es a la inversa, porque cuando agradecemos comprendemos la felicidad que nos hace ejercer el derecho que tenemos a disfrutar-nos y a vivir en paz desde el alma hasta la vida.